martes, 22 de enero de 2008

FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN ¿CUÁL ES LA EXPECTATIVA?

Por: Yerka Montenegro Correa[1]
1. Fundamentos filosóficos en el Educador. ¿Una necesidad para lograr el docente deseado?
La diversidad de posturas filosóficas y la pluralidad de ideologías que coexisten en el mundo, factor importante de discusión académica y antesala para la creación de una definición de educación adaptada a la vida actual, peligra en el momento en que en las Universidades se trata de formular un planteamiento en particular, generando actitudes y reacciones tan diversas, que en algunos casos se corre el riesgo de pasar largos años de interminables discusiones, sin lograr la deseada concertación sobre la concepción de una educación que le permita al individuo su realización integral y una mejor calidad de vida.
Partiendo de una visión global, es necesario remontarse al principio del saber con el fin de indagar y descubrir la naturaleza del conocimiento y de la realidad, utilizando la razón y los argumentos racionales. Esta actividad de conocer va a permitir actuar como sujeto cognoscente de los objetos, para así poder explicar lo que ocurre en su realidad; y a su vez pasar de hombre objeto a hombre sujeto estableciendo un proceso de pensamiento reflexivo y luego científico. Se trata de corresponder el pensamiento con la acción y esto es posible lograrlo, a través de una formación profesional donde el discernimiento intelectual vaya más allá de la simple expectativa, concatenar las ideas del saber, comprenderlas, internalizarlas, adaptarlas y así aprovechar todo ese bagaje de ideas que son el eje central de un modo de educar pertinente.
Según Tueros (1998) “Es necesario la elección filosófica en el educador, ya que no existe educación sin alternativa filosófica, entendida ésta en su sentido más amplio de afirmación de valores”.
La acción docente necesita estar vinculada con la finalidad de la educación, en correspondencia con el producto que se quiere obtener, al establecer un modelo que conlleve al perfil del docente deseado, reflejando lo óptimo del ser humano y acorde con las necesidades de la sociedad. A la par poseer una base filosófica, amplia y bien estructurada, que le permita al docente conformar su propia ideología. La adquisición de estos fundamentos filosóficos se fundamentará en una formación académica pertinente; Fourez (1994) difiere de los saberes espontáneos, y en consecuencia plantea que: “...resulta imposible trabajar la filosofía sin adquirir cierta técnica y un adecuado vocabulario... para discernir sobre las cuestiones humanas y la problemática social”. Es así como se observa una interacción o vínculo entre la filosofía y la educación, unidas permiten perfeccionar y mejorar la enseñanza.
A partir de esta premisa, es menester complementar la formación docente con cuatro principios fundamentales en los cuales están inmersos los siguientes aspectos: “aprender a ser”; “aprender a aprender”; “aprender a convivir” y “aprender a educar”.
“Aprender a ser” exige la integración del pensamiento autónomo, armónico y ético en cuanto a sus características más resaltantes. El “aprender a aprender” mediante la adquisición de habilidades meta cognitivas que le permitan desandar sus errores mediante la autocrítica, siendo parte de este aprendizaje la investigación desde la práctica y la reflexión. “Aprender a convivir” es parte de la tarea docente, al interactuar con su entorno logra no sólo la integración de los elementos educativos, sino las metas escolares que se trace a efecto de lograr una mejor calidad de vida de los individuos inmersos en el hecho educativo. Finalmente, “aprender a educar”, mediante el conocimiento actualizado de las disciplinas auxiliares los enfoques educativos e interdisciplinarios pertinentes para el tratamiento integral del fenómeno de la educación.
El individuo cada día necesita ser educado, formado e instruido de una manera holística que pueda recibir, explorar, experimentar y transmitir nuevos conocimientos significativos, donde expresa la importancia del ser en calidad de persona hacia su desarrollo bio-psico-social y cognitivo, bases fundamentales para la vida, esto sería el reflejo de una enseñanza proactiva y dinámica, sustentada por la adquisición de un conocimiento que permita ir de la reflexión a la acción. El pensamiento filosófico sustenta la práctica educativa, de esta forma, pasa a ser parte de la misma, permitiendo orientar la enseñanza con el fin de forjar un individuo y una sociedad digna y coherente con la realidad actual de un mundo globalizado.
2. La Educación. ¿Transmisión del saber...?
La educación siendo el rubicón que permite a los individuos el ascenso dentro de la sociedad y percibida como el quehacer formador de las capacidades de las naciones para el desarrollo social, su aspecto excesivamente normativo debería corresponderse con fórmulas que vayan más allá del mero concepto educativo y reestructurar su concepción desde una óptica real. Con el tiempo se hizo evidente que la educación era el medio más acertado para la formación de la personalidad e identidad de los seres humanos; ésta adquirió un papel relevante en la sociedad, llegando a establecerse institucionalmente con el objeto de formar individuos que respondieran a las necesidades del sistema económico, político y social, restándole interés a las características individuales de los mismos y a sus necesidades, desvirtuando así su finalidad.
En sus primeras etapas, la educación era el medio para el cultivo del espíritu, de las buenas costumbres y la búsqueda de la “verdad”; con el tiempo las tradiciones religiosas fueron la base de la enseñanza. En la actualidad el aprendizaje significativo y la formación de un individuo reflexivo y crítico son algunos de los aspectos más relevantes que se plantea el sistema educativo. Aún con los adelantos y nuevas posibilidades de apertura, es necesario preguntarse si realmente se está educando para la vida, o existe un desfase en la pertinencia de los aprendizajes tal como lo plantea Esté A. (1995), “... el alumno egresado de la Escuela Básica, no vincula sus aprendizajes con los procesos sociales o económicos. Poca utilidad tienen esos aprendizajes para los requerimientos cotidianos de la producción económica, cultural o para la vida cotidiana y doméstica”. Cabe preguntarse, ¿Dónde comienza el problema?, ¿Por qué esta falta de cohesión?
La educación se ve obligada a considerar aspectos que van más allá del simple marco de la educación reglada o académica. La perspectiva de la educación exige conjuntar y aunar una serie de factores que influyen para su optimización y que deben tomarse en cuenta. En la actualidad existe una forma de enseñar muy particular a pesar de las imposiciones institucionales, caracterizada por su constante referencia a la espontaneidad, y más que a una posición de rebeldía, motivado esto a la “incomunicación” debido a que el fundamento teórico no se corresponde con la práctica educativa y de esto pueden dar fe miles de educadores venezolanos.
Uno de los puntos álgidos de esta situación es la forma de transmitir el saber y cómo lograr este proceso con eficacia, parte de la exigencia de la formación del profesorado, que debe incluir una experiencia real de la acción pedagógica, sustentada por la reflexión teórica, para que el docente se forme para formar con características bien definidas, capaz de ser un comunicador de los procesos educativos, facilitador de los aprendizajes, constructor de técnicas e instrumentos evaluativos del proceso educativo, orientador educacional, administrador y gestor de estos procesos y sobre todo, sensibilizador de los elementos inmersos en la educación.
La educación así estará orientada hacia la integración de la práctica educacional, en un todo lógico, consistente y coherente, siendo éste el “matrimonio ideal”, para lograr un producto educativo de alta calidad y la integración del individuo a una sociedad que, aún no siendo justa, podrá afrontar con criterios adecuados. En procura de ese ideal, el educador requiere una comprensión clara de lo que hace, así como un marco complejo del hacer educativo, (aunque a veces no esté explícito) y de creencias según las cuales su práctica adquiere sentido; es necesario que posea algún tipo de “idea” que sirva para orientar y explicar su forma de enseñar. Identificar la praxis educativa, se corresponde con el entendimiento en el cual se basa una acción de este género. Si uno de los problemas fundamentales de la educación es la discrepancia que existe entre la teoría y la práctica, es evidente que, o no existe basamento teórico sustancial, fundamentos filosóficos e ideológicos o el docente no ha comprendido la necesidad de fusionar el saber teórico con la experiencia ya que carece de herramientas. La práctica educativa no es una forma de comportamiento no meditado que pueda convivir separadamente de la teoría, en cualquier caso, la conciencia reflexiva una vez ejercitada para ésta, será la que determine el fin esperado y el saber como expresión de una realidad social y cultural para la vida.
3. ¿Influye la formación docente en la calidad de la educación?
La calidad de la educación ha sido un tema de larga discusión de parte de los filósofos y especialistas que han planteado diversos problemas y soluciones a la vez; es menester llevarla más a la práctica. Referente a la deficiencia educativa Montes de Oca (1993) en el artículo titulado “Nuestro Sistema Educativo entre los más caros y malos del mundo” señala: “Nuestra enseñanza es fundamentalmente narrativa, pasiva y autocrática, opuesta al desarrollo de una verdadera mentalidad científica. En vez de contribuir, desde temprana edad, a desarrollar mentes abiertas, observadoras, inquisitivas, críticas y creativas libres...”.
“Hoy en día no hay quien duda que el docente debe ser un hombre instruido, que conozca la forma especial de dirigirse a los niños para educarlos e informarlos” (Gilbert, 1983:). La realidad es otra, nos encontramos con recursos humanos no formados para la acción educativa, inmersos en ella, es el caso de algunos profesionales de otras áreas, lo cual no favorece la calidad educativa, debido a que no poseen una preparación idónea que les facilite la labor en el aula. Sin embargo, no todo se fundamenta en la formación ideal, sino que existen individuos que a pesar de haber obtenido una capacitación profesoral no cumplen con los requisitos necesarios para su rol pedagógico.
En atención a lo planteado se formulan las siguientes interrogantes: ¿Son necesarios los fundamentos filosóficos para educar? ¿Aceptamos las diferencias individuales o comparamos? ¿Quién es bueno para formar y educar? ¿Existe unificación de criterios? ¿Hacia qué horizonte vamos? ¿Educamos o limitamos?
En la sociedad contemporánea la educación es la clave para la preeminencia del saber, ¿quiénes son los motores que fundamentan y logran esta perspectiva? indudablemente los educadores, a través de unos fundamentos filosóficos que le permitan reflexionar sobre los medios y los fines educativos; a través de una perspectiva sociocultural y educativa mediante la cual el aprendizaje alcance un grado intenso de interacción que procure un orden social justo. El docente al estar formado en un ámbito educativo integral posee una gama de recursos que posibilitan alternativas viables a la resolución de los grandes problemas de la educación. Una formación basada en la libertad, el compromiso, la autorrealización, la creatividad y la reflexión/acción sería la pluralidad que necesita la educación del presente siglo.
Tueros, (1998) al plantear su compendio de ideas sobre el arte de enseñar presenta una inequívoca reflexión, donde afirma que:
Si no existen fundamentos filosóficos no existe educación y esto se debe a que la existencia del hombre es anterior a la educación, sin embargo, la existencia de la educación nunca es anterior a ésta, lo único que precede a la esencia de la educación es la disposición potencial en el hombre para ella cuando esta disposición se potencia en el orden de la esencia, cuando deviene acto esencial es posible entonces gozar de simultaneidad entre la educación y sus fines, comprendiéndose esto como la afinidad entre el pensamiento reflexivo y la búsqueda de la esencia educativa. .
“Es menester romper los esquemas de poder que colocan en el gobierno de las unidades académicas a quienes no son miembros naturales de la universidad, docentes e investigadores sino burócratas que recuerdan los viejos comisarios celosos de toda desviación...”. (Albornoz, 1990). Sólo desandando los errores del ayer se podrán perfeccionar las fortalezas y mejorar las debilidades, la currícula requiere ser adaptada a la realidad social, política, económica y cultural, por lo tanto el pensamiento de estudio implica una serie de elementos que procuren en el docente una fundamentación apegada a lo real y no el divorcio que se vive en la actualidad, partiendo el diseño de una base que inmiscuya los factores actuantes, aunado a esto la filosofía será la carta aval que influya en un profesorado encaminado a la ejecución de una nueva óptica educativa.
[1] I CICLO: Educación Primaria y Problemas y Problemas de Aprendizaje de la UN “JOSÉ FAUSTINO SANCHEZ CARRIÓN” (PROFOOSA-JAÉN); Asignatura: Introducción a la Filosofía.

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